Como lo prometido es deuda, voy a intentar hacer un post sobre mi viaje “gluten free” a Boston. No será tarea fácil, ya que lo realicé ya hace unos cuantos meses, cuando este blog todavía no existía, así que no tomé nota ni hice fotos de todo. Pero vaya, ahí va el intento.
Antes de nada, comentaros que estuve allí unos 5 días y que me alojé en casa de unos amigos que viven allí, cosa que lo facilita todo mucho. Fue mi segundo “viaje sin gluten”, así que también me llevé comida en la maleta (básicamente galletas y cosas así) y aunque los americanos son muy suyos con los controles e incluso me abrieron la maleta para inspeccionarla, no me dijeron nada de la comida. Así que perfecto.
El viaje lo hice con US Airways, avisando previamente a través de su servicio de atención telefónica que necesitaba que mi comida fuera sin gluten. Tampoco tuve ningún problema en ese sentido y me sirvieron el pollo con puré de patatas, ensalada y fruta que veréis a continuación. Era comida de avión, así que no estaba especialmente buena, pero igual que la que lleva gluten, así que ninguna queja.
Una vez allí comencé mi ruta turística por la ciudad. Lo primero que hice fue dar un paseo por Fenway y sus jardines para luego subir al Prudential, uno de los edificios más altos de Boston (o el más alto, ahora no lo recuerdo). Tiene un mirador en la última planta desde el que se puede ver toda la ciudad y te van explicando a través de una audioguía todos los puntos clave de Boston, así como su historia. A mí esta visita me fue muy bien para situarme, decidir todo lo que quería ir a visitar y hacerme una idea general de la ciudad. Os lo recomiendo.
Después bajé a ver el centro comercial que hay en la base del Prudential y los alrededores, donde está la “reflecting pool” y la Christian Science Church.
Para comer usé uno de los restaurantes del listado del blog de Gluten Free Boston Girl (http://gfbostongirl.blogspot.com.es/), todo un hallazgo que me facilitó mucho las cosas. La verdad es que en Boston es relativamente sencillo comer sin gluten, ya que parecen conocer bastante el tema y hay muchos restaurantes con cosas “gluten free”. Yo el primer día fui a comer a P.F. Chang’s (Prudential Center, 800 Boylston St.). Tienen un menú especial sin gluten y yo pedí los GF Singapore Street Noodles, que llevan curry, pollo, gambas y verduras.
A continuación caminé hasta Copley Square, donde se puede visitar la Public Library (muy recomendable) y la Trinity Church (es pequeñita y no hace falta que paguéis para entrar aunque lo indique en la puerta. Vaya, a mí me dejaron pasar sin más).
Después di un paseo por el Public Garden y el Boston Common (están uno al lado del otro y son los parques del centro de la ciudad). Son muy bonitos y están impecables, como casi toda la ciudad. A continuación tuve la suerte de pillar el último tour del día de la Massachusetts State House. Es la sede del Senado y el Congreso del estado de Massachusetts, y tanto la entrada como el tour explicativo son gratuitos. Terminé el día con una visita al Museum of Fine Arts.
Mi primera parada del día siguiente fue en el estadio de los Red Sox: el Fenway Park. He de confesar que nunca en mi vida he visto un partido de baseball, pero cuando subí al Prudential y vi el estadio desde las alturas, decidí que haría la visita porque tenía pinta de ser espectacular. Y no me equivoqué. El estadio es muy bonito y tiene mucha historia. Además, te hacen un recorrido muy completo que incluye los vestuarios y la sala de prensa, todo ello con un guía de estos que sienten pasión extrema por su equipo. Además, aquí se han rodado varias películas como The Town o Moneyball.
Después decidí cruzar el río por el Harvard Bridge hasta el MIT (Massachusetts Institute of Technology), paseé un poco por el campus y volví para dar un paseo por The Esplanade, un parque que bordea el río Charles.
Más tarde paré a comer en el restaurante Papa Razzi (159 Newbury St.), un italiano donde tienen una carta especial para celíacos con ensaladas, pasta, pizzas, risottos, etc. Yo pedí una de las pizzas.
Por la tarde me acerqué hasta el distrito financiero, donde está la Old State House o el Faneuil Hall con su mercado. También visitamos el puerto y el barrio italiano, donde está la casa más antigua de Boston.
Por la noche fuimos a cenar a Sweet Caroline’s (1260 Boylston St.). En el menú no viene indicada ninguna opción sin gluten, pero si les informas del tema, se adaptan. A mí me prepararon una hamburguesa sin pan pero con queso, lechuga, tomate y una ensalada de acompañamiento. Como no sabía que iba a crear un blog meses más tarde, no hice foto, así que os tendréis que creer que tenía buena pinta y estaba rica. Eso sí, con la cerveza no tuve tanta suerte. Tienen una pequeña selección de cervezas sin gluten, pero como no conocía ninguna marca, dejé que el camarero eligiera por mí. Mala idea. Me dio una cosa que eso no era cerveza ni era nada y que, además, ¡llevaba fresas! Tras beber un sorbo, flipar con el tema de las fresas (porque soy alérgica y no lo miré antes porque nunca imaginé que una cerveza pudiera llevar fresas) y rezar para no tener una reacción, le pedí una segunda cerveza, pero que no tuviera nada raro. Esta segunda estaba mejor, aunque tampoco era ninguna maravilla. Pero bueno, al final salí airosa y no morí en el intento.
Al día siguiente cogimos el bus para visitar Harvard. Ese día llovía un poco, pero ver el campus merece la pena, especialmente la biblioteca, aunque ahora no recuerdo si se puede entrar sin un carnet de Harvard… pero si se puede, debéis entrar.
Para comer fuimos a Sandrine’s (8 Holyoke Street in Harvard Square, Cambridge), un bistro con un camarero muy simpático que nos contó su vida y, de paso, me trajo una hamburguesa hecha con pan sin gluten (esta vez sí). Después paseamos un poco por Cambridge y entramos a merendar en Sweet Cupcakes, una cadena de establecimientos especializados en eso precisamente, los cupcakes. Están por todo Boston y éste de Cambridge está situado concretamente en 0 Brattle Street. Allí tienen siempre algún sabor de cupcakes sin gluten y, a diferencia de los glutaneros, vienen envasados. Claro, eso hace que no puedas comprar uno suelto, ya que están envasados de dos en dos. En este establecimiento los “gluten free” eran de chocolate con cobertura de chocolate. Vaya, que me pegué un festival.
Por la tarde regresamos a Boston y dimos un paseo por Beacon Hill, una zona residencial de casas pijas de la ciudad. Y así básicamente terminó mi viaje, porque al día siguiente ya volvía a Barcelona y poco tiempo tuve de hacer nada más. ¿Conclusión? Boston es una ciudad tranquila y con mucho encanto y un lugar fácil para un celíaco, ya que tienen una amplia oferta de sitios para comer sin gluten.